google-site-verification: google32c01629c0d6a2ce.html Raros y bizarros: Japoneses en España: Los antecedentes.

jueves, 16 de agosto de 2012

Japoneses en España: Los antecedentes.


Preámbulo.
Hasekura Tsunenaga en Roma
Oficialmente el primer grupo de japoneses que llegó a España (en 1614 después de Cristo para nosotros, año 19 de la Era Keicho para ellos) fue el del séquito del embajador Hasekura Tsunenaga, que había partido de Japón un año antes en dirección a Occidente en representación del señor feudal Masamune Date, con la misión de entrevistarse con el Rey de España y el Pontífice Romano, con objeto de solicitar el envío de misioneros y el establecimiento de relaciones comerciales con México, que era por entonces colonia española.
Curiosamente fuimos los españoles los que llegamos antes a Japón. Sesenta y cinco años antes, el 15 de agosto de 1549, llegaría nuestro aguerrido San Francisco Javier, acompañado de Cosme de Torres y Juan Fernández (el primer español del que tenemos constancia que aprendiera japonés), también miembros de la Compañía de Jesús, y del nativo Anjiró, que tiene como mérito histórico ser el primer dragomán entre el  japonés y las dos principales lenguas ibéricas (el portugués y el castellano).




Francisco Javier, Anjiró y Bernardo de Kagoshima
Entre las peripecias de este singular grupo se encuentra el haber conocido y cristianizado a Bernardo de Kagoshima, el primer japonés bautizado en su tierra natal, que posteriormente sería el primer japonés del que hay constancia histórica que pisara tierra Europea e ibérica, llegando a Portugal en 1553 y al año siguiente a España. Estudiaría en la Universidad de Coimbra. Y si, entre tanta erudita reseña  histórica, me permiten introducir un chascarrillo astroso, les diré que no dejo de pensar que entre la habitual burda chispa española, sobre todo en el ambiente escolar y universitario, a alguno tuvo que ocurrírsele llamar a este Bernardo de Kagoshima, Bernardo de Mecagoencima. Y si no lo hicieron espero que me perdonen la “machangada"(1) para distender el artículo, que me estaba quedando demasiado serio.
Y antes de meterme en el lío les regalo con dos datos anecdóticos hispano-japoneses relacionados con la alimentación:
Estos primeros misioneros españoles llevaron a aquellas tierras el pan nuestro de cada día, con lo que desde entonces este producto se llama de la misma manera en Japón. Pan en japonés es:  パン (pan).
Y el hecho de que el paralelismo entre las órdenes de caballerías (en especial las españolas) y los samuráis (el código del honor y el bushido) haya hecho que una novela como “El Quijote” haya sido entendida en Japón. Es simpático que no sólo al maduro Alonso Quijano se le considere como un típico samurái, sino además tenemos que una palabra como “hidalgo” tenga para el autor de la primera traducción directa, del castellano al japonés, una perfecta equivalencia como un miembro del grupo “goshi” de las categorías de los samuráis, ya que ambos tenían características paralelas en su estatus social y atribuciones cotidianas.
Almacenes "El Quijote".
Pero la rareza final que les quiero contar es que, hoy en día, hay en Japón una cadena de grandes almacenes de nombre “Don Quijote” (ドン.キホーテ), que, como extravagancia añadida, tiene la peculiaridad de que los productos no están ordenados por categorías, sino en un calculado desorden anárquico, que pretende que el público permanezca más en su instalaciones y que acabe comprando más de lo que tenía previsto, al ayudarle al azar a encontrar otros productos inesperados que le puedan ser apetecibles al cliente potencial.
 
Pues por hoy ya está bien. En la próxima entrada les mostraré que, fuera del tópico, la atracción de los nipones por España va más allá del flamenco y de los toros. Y como aperitivo les dejo con Tokío Ujike, el jotero japonés. ¡Hasta el próximo post!




(1)Del diccionario de la "Academia Canaria de la Lengua".
1. f. Gesto o ademán gracioso o grotesco. Siempre está haciendo machangadas intentando hacerse el gracioso.
2. f. Dicho o hecho fútil o poco formal, que suele ser enfadoso. Cuando se pone con las machangadas esas de que quiere dejar el trabajo, me pongo histérica.
3. f. GC.  Dicho o hecho de poca entidad o sustancia propio de niños.

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