El bautismo de Hasekura Tsunenaga. |
Siguiendo la conmemoración de las
vísperas del 400 aniversario de las relaciones comerciales entre España y Japón,
aún estaríamos a tiempo de preparar una gran superproducción cinematográfica
(si el dinero lo pusiera Japón, claro). Y si hay una epopeya que lo merece sería
la de las peripecias de Hasekura
Rokuemon Tsunenaga y su séquito en su desafortunado viaje a Europa, porque esta
historia lo tiene todo. Tsunenaga fue un héroe y un antihéroe a la vez. Fue un
triunfador por su esfuerzo y coraje, y un perdedor por las desgracias de su
mala fortuna. Si las adversidades no me acompañasen como al esforzado samurái
yo le haría su película, pero ya bastante tengo con llegar a fin de mes como
gesta personal.
Desde que terminó la 2ª Guerra
Mundial, tras una meritoria recuperación, Japón tiene un periodo de paz y de
estabilidad económica muy notable, que hace que veamos a los japoneses como gente
muy educada, muy pacífica, muy sonriente y que todo el día se hacen
reverencias. Y es verdad. Pero no es menos cierto que también tienen por detrás
una tremebunda historia llena de guerras intestinas, cruentas luchas por el
poder, ambiciones e intrigas. Así que esto, junto con el paralelismo histórico
del código del honor de las órdenes de caballería y los samuráis, es otro de
los motivos por el que los españoles y los japoneses nos parecemos.
En
cualquier caso uno de los aspectos extraños de esta historia es que no he
encontrado ningún libro escrito en español que relate esta gesta. A pesar de
que está documentada por crónicas europeas de la época, e imagino que también
deben conservarse fuentes originales desde el lado japonés. De hecho sólo he
encontrado una obra específica de estos acontecimientos escrita en un idioma
occidental, en italiano:
·
“Da Sendai a Roma. Un'ambasceria giapponese
a Paolo V” de Giuseppe Pittau. (1990)
Aunque
también es cierto que existen otros tratados, aunque con criterios más amplios,
que describen el periodo y las relaciones de japoneses y europeos en general en
esta época, aunque igualmente escritas por autores de otros países, como “Quand le Japon se
ouvrit ave monde” de Francis Marcouin y Keiko Omoto (francés
y japonés), o “The Christian Century in Japan, 1549–1650” de C.R Boxer
(norteamericano).
Pero por otro
lado, sobre todo en las últimas décadas, sí ha existido un gran interés sobre
estos hechos desde la parte japonesa. Quizás la más conocida sea la novela “El Samurái” de
Shûsaku Endô (遠藤 周作). Aunque
también se han publicado obras de carácter más historiográfico. Como un catálogo
del Museo de la Ciudad de Sendai, imagino que en torno a una exposición de 2001,
llamado “La misión de Date Masamune a Roma de 1615” 国宝「慶長遣欧使節関係資料」. O un libro biográfico sobre "Hasekura
Tsunenaga" de Takashi
Gonoi, escrito en el año 2003.
Por todo esto
considero que España tiene una cuenta pendiente a la hora de relatar este
suceso, o al menos traducir y publicar lo que existe ya desde otros países.
Así
pues, resumiendo, y sin pretender ser esto ese texto que sigue teniendo pendiente
su escritura, lo que probablemente pasó fue más o menos esto:
El emperador Go-Mizunoo. |
En Japón durante el período Edo,
que transcurriría entre el 24 de marzo de 1603 hasta 3 de mayo de 1868 de
nuestra era, simplificando, a grandes rasgos, el sistema político se estructuraba
de la siguiente manera:
En lo alto de todo estaba el
Emperador, que en esta época su poder era simbólico, espiritual, religioso.
Como broma, haciendo un paralelismo con la actual Constitución Española, podríamos
decir que el emperador imperaba, pero no gobernaba.
El de esta época se le llamó Go-Mizunoo (los emperadores tenían un nombre
personal, Kotohito en este caso, un nombre oficial en vida y otro póstumo). Y del
que podemos comentar, como curiosidad añadida, que se dice que sus
dientes y su pelo son preservados como ofrenda. La verdad es que no sé dónde.
El shōgun Tokugawa Ieyasu. |
En un teórico segundo lugar se
situaba el shōgun, que desde nuestro
punto de vista sería un caudillo militar, un “generalísimo” por encima de todos
los demás generales. El poder militar y político real.
En el periodo que nos interesa el puesto lo detentaba Tokugawa
Ieyasu, que de hecho fue el primer shōgun
del Período Edo.
Y en último lugar, a modo de lo que en Europa era un señor feudal, se
encontraban los daimyō, que sería una autoridad regional.
En nuestra historia, y gobernando el territorio de Sendai, el daimyō
que nos ocupa sería Date Masamune,
conocido como "Dragón de un solo ojo" (独眼竜 dokuganryū) ya
que el pobre hombre estaba tuerto. Sendai, "La Ciudad de los
Árboles”, había sido fundada por él mismo en nuestro año 1600.
Bueno, a ver, no me he vuelto loco, esto sigue siendo “Raros y
bizarros”, la digresión esta es necesaria para entender la metedura de pata que
significaría el viaje del bueno de Hasekura Tsunenaga, y el cómo y por qué llegaron
a quedarse unos japoneses en Coria del Río en 1617…
Bien, dicho
esto, sigo con el lío.
El daimyō Date Masamune. |
Aquí la
figura clave que es el motor de la historia no es Tsunenaga, ni el Emperador, ni
siquiera el shōgun. Aquí quien hace que todo
arranque sería el daimyō Date
Masamune, ya que él sería el impulsor de este viaje diplomático. Donde podría
surgir el debate o la duda histórica es en los motivos que le impulsaron a
ello.
Date
Masamune era un brillante militar, y todo indica que también era un hombre
ambicioso. ¿Podía tener como referente a Oda Nobunaga, un célebre y poderoso shōgun, que unos años antes había
acaparado mucho poder y glorias militares gracias a sus contactos con los
portugueses que le habían proporcionados arcabuces?
Lo cierto es que Masamune, al igual
que Nobunaga, profesó simpatía por los cristianos, quizás no tanto por su
religión como por su procedencia, que podía aportarle armas de nueva tecnología
y más poder. Y una providencial noticia le ayudaría.
El 12 de mayo de 1613 un fraile
franciscano, Luis Sotelo, inaugura una iglesia en Edo (actual Tokio - 江戸 Edo, «estuario»). Y allí las autoridades de la
zona lo arrestaron junto a otros siete cristianos japoneses. Lo más cinematográfico
del encuentro sería que al enterarse Masamune que un fraile español estaba a
punto de ser ajusticiado solicitó su
indulto a cambio de hacerse cargo de él.
Luis Sotelo y Tsunenaga. |
Masamune vio el cielo abierto cuando vio que tenía a un occidental de
España, en aquel momento el Imperio más poderoso del mundo, ya que incluso
Portugal, su viejo rival, ahora le pertenecía. Y el franciscano, Luis
Sotelo, además de salvar la vida, veía que esta era su oportunidad de poder
fundar una diócesis en el Japón Septentrional, independiente de la de Funai
(actual Nagasaki - 長崎市) que controlaban los
jesuitas.
Así pues ambos hombres se
encontraron y sintieron que tenían intereses cruzados, y que la colaboración
entre ambos podría ser fructífera. Masamune podría establecer relaciones comerciales
con España, a lo que Sotelo se comprometería a ayudarle, y el fraile tendría
permiso y protección para fundar su diócesis. Con lo que planearon una misión diplomática
con permiso del shōgun Tokugawa
Ieyasu. Masamune, en su representación, pondría a un prestigioso samurái de
confianza, Hasekura Rokuemon Tsunenaga,
al que muy probablemente ya conocía de las invasiones japonesas de Corea.
Y esto es todo por hoy para poner en antecedentes los hechos, en el
próximo “post” ya llegaremos al meollo de la cuestión de los japoneses de Coria
del Río.
Pero para finalizar con alguna extravagancia más habitual de este blog,
les enlazo con el desfile principal de “Parque España”, el único parque
temático del mundo dedicado en exclusividad a España, como una muestra más de
la fascinación que ambos países nos profesamos, que naturalmente se encuentra
en la ciudad de Shima, Japón.
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