Una querida amiga tiene un cuñado
que es tan cansino y parsimonioso a la hora de contar historias que ella
confiesa que teme las reuniones familiares, porque en más de una ocasión ha
estado a punto de quedarse dormida en medio de alguna de sus peroratas. Pues eso
es lo que me ha pasado a mí con las dos películas que he visto de Christopher
Nolan. Y precisamente viendo “Batman Begins”, entre las cabezadas, me dio
tiempo de reflexionar sobre la enorme cantidad de “explotations” que ha tenido
el personaje. Y hoy quiero mostrarles algunos ejemplos de esto.
Aunque la mayor parte del público
actual cuando piensa en el “Batman antiguo”, de cine o televisión, a los que
más llegan es la serie pop de los años sesenta (si es que no se quedan en la versión
cinematográfica de Tim Burton) lo cierto es que Batman tuvo su primera serie cinematográfica
de 15 capítulos nada menos que en 1943, tan sólo tres años después de su
primera aparición impresa en mayo de 1939.
Atención al inicio de este primer
episodio con este Batman de buen año, y enormes bragas, reflexionando en su fascinante
mesa de despacho gótica.
Pero tampoco fue la única
aparición del superhéroe antes de su éxito sesentero. De nuevo, en 1949, tuvo
otra serie, “Batman and Robin”. Aunque en este caso tuvo una mala acogida por
parte de la crítica por su deficiente producción, no podemos negar que esta
segunda entrega televisiva de las aventuras del héroe enmascarado sería decisiva
para que llegara la que lo convertiría en un icono de la cultura popular. Ya que
casualmente sería la que viese Yale Udoff, un productor de la ABS, durante un
pase en una fiesta temática sobre el personaje que se celebraban en el Club
Playboy de Chicago, ya que Hugh Hefner era fan de Batman. Como curiosidad
añadida el local estaba decorado con enormes reproducciones de las onomatopeyas
que incluirían las escenas de acción de la serie:
Les enlazo con el primer episodio
subtitulado en español. Observarán que a diferencia de la primera mansión
oscura y aislada, este Batman vive en un gran chalet luminoso, sin ni siquiera
amurallar, de un barrio residencial en el que pasean jóvenes estudiantes por su
puerta.
Pero sin duda alguna el fenómeno
se produjo en 1966 con la producción de William Dozier para la ABC, con la
singularidad de que tal vez se trate de una de las raras ocasiones (si no la única)
en la que la parodia de un personaje hace que éste se popularice mucho más de lo
que era el original. De esta serie se podrían escribir muchísimo (y de hecho en
Internet pueden leer miles de páginas de ella) con lo cual, con mi vocación de
analista de las rarezas no voy a centrarme en ella (quizás en otra ocasión), y
por ahora sólo les voy a enlazar con un curioso “crossover” que hicieron con
otra serie de la época, “El Avispón Verde” (“The Green Hornet”), serie
hermanada con la de Batman por más de un motivo. Atención al alucinante diseño
visual; al ingenio naíf del guión; al cameo de Edward G. Robinson
(coleccionista de arte en la vida real) que aprovecha para meterle un palito a
Andy Warhol; y al fantástico doblaje en español neutro, con la ininteligible
dicción atribuida a Bruce Lee, poco antes de convertirse en un mito.
Y, tras plantear estos
antecedentes, en la próxima entrada empezaré a mostrarles algunas de las
películas de explotación que ha generado el personaje. Pero es que una vez más
no he tenido tiempo de ser breve.
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