“Batman”, la serie de los sesenta,
nace desde el principio con una vocación abierta y voluntariamente camp y un poco transgresora, al
convertir al personaje en un icono pop-naíf, ya que en ella había más de ironía
y sátira sobre el personaje, y el género, que la visión de un ser oscuro y
perturbado de sus seguidores más… serios. Pero aun así no era una explotación
fraudulenta, que es lo suele ocurrir en estos casos, sino que contaba con todos
los derechos legales y autorizados. Sin embargo, en el mismo año de la
aparición de la serie, ya surge la primera explotación ilegítima: The Wild
World of Batwoman, también conocida como She Was a Hippy Vampire (“El
mundo salvaje de Batwoman”, 1966). Pero esto es otra historia que paso a
contar.
El azar ha hecho que Ed Wood sea
el cineasta de serie Z más célebre en Occidente, pero no es justo, Y tampoco es justo que encima le
exijamos que todo lo hiciera mal. La especialidad de Warren fue algo que, de
otra manera, los turcos elevarían a la categoría de género, que es la
recreación fílmica a partir de un material ya confeccionado. Lo que se llamaría
en el arte contemporáneo “apropiacionismo” y “objeto encontrado modificado”. Sin
duda alguna Jerry Warren merece un especial propio, pero hoy me voy a limitar a
su relación con Batman.
Jerry Warren
trabajó duro toda su vida para ser el peor, pero no tuvo suerte y jamás estuvo
en el lugar adecuado en el momento justo. Jerry Warren fue un esforzado autor
integral de cine Z. Y mantengo lo de “autor” porque a pocas personas más se les
puede dar este apelativo, ya que Warren no sólo escribía y dirigía sus
películas, sino que además las fotografiaba, componía la música y finalmente
las producía. No era cuestión que con tanto esfuerzo al final se lo llevase
otro.El bat-tatuaje. |
Si siempre se ha bromeado sobre
el tufillo homoerótico de Batman, pues en este caso todo se acentúa. Ya que se
trata de una dominátrix que nunca muestra interés algunos por los hombres, que
dirige una comuna femenina de partido único, en la que es cierto que hace
consultas, pero son aceptadas por aclamación popular.
Nota: La mayoría de las chicas
fueron reclutadas de un club de “striptease” que la policía había cerrado unos
días antes.
El argumento (más McGuffin que
nunca) empieza a los quince minutos de comenzada la película, “dispositivo
de escucha atómico”, aparato que según el malo con algunas
modificaciones podría interceptar cualquier comunicación telefónica del mundo.
El Gobierno de los Estados Unidos quiere destruirlo en un plazo de 30 días, y
Rat Fink quiere que Batwoman lo robe antes. En la guarida es recibida, aparte de
por unos secuaces de la escuela de los de Cruella de Ville, por un científico
loco (con su cásico ayudante contrahecho y desquiciado) que entre otros
inventos, tiene unas pastillitas de la risa que quitan todas las preocupaciones
y dan ganas de bailar. ¿Ciencia ficción?
Haciendo un pequeño paréntesis
quiero anotar que el científico loco de esta película es una mezcla entre el científico
suizo Auguste Piccard (el inventor, entre otras cosas, del batiscafo) y el
Profesor Tornasol (Tryphon Tournesol). E incluso, aún diría más, casi es un
Miguel Marías “avant la lettre”.
Nota para los lectores de fuera de España: Miguel Marías es un crítico de cine y conocido miembro de una familia de intelectuales españoles
Nota para los lectores de fuera de España: Miguel Marías es un crítico de cine y conocido miembro de una familia de intelectuales españoles
Auguste Piccard, el Profesor Tornasol, Octavius Neon y Miguel Marías. |
Posteriormente uno de los malos de
segunda fila se disculpa al secuestrar a una de las chicas, de la que está
enamorado, diciendo que bueno, que ese es su trabajo y que tiene que ganarse la
vida de alguna manera.
Por otro lado el Presidente de
“Ayjax” le confiesa al Vicepresidente que el plazo para destruir el dispositivo
ya se ha terminado (eran 15 días y no 30). Además le informa que Batwoman le ha
avisado de que pretenden robarlo. El Vicepresidente decide pedir ayuda a la
heroína enmascarada. Acude a su chalet y la pilla tocando el órgano (musical) a
sus pupilas, que escuchan extasiadas. La explicación de éste a Batwoman es tan
confusa que debería figurar en cualquier curso de guionistas. La idea es:
Vicepresidente: “Queremos que nos ayudes”. Batwoman: “No admiro mucho a quienes
quieren escuchar conversaciones ajenas.” Vicepresidente: “No. Con el aparato no
queremos escuchar a nadie. Pero si se le añade un poco de cobalto… ¡Bum! Salta
por los aires. Así que podemos hacer una gran contribución a la sociedad.”
Batwoman: “Lo hablaré con mis chicas.” (Durante la conversación vemos a dos de
sus chicas jugando con una herradura de caballo. Ellas son las que decidirán la
seguridad del mundo.)
Finalmente el robo del aparato se
produce. Los malos van disfrazados con unas barbas y bigotes que no se veían
desde las películas de Mack Sennet y Chaplin.
Batwoman reconoce que no puede volver a volver a la guarida del malo, porque como era de noche ya no recuerda dónde era. Y esta confesión sucede en una de las escenas más desopilantes de la película, en la que “Batwoman”, que también es médium, dirige una sesión espiritista en la que trata de ponerse en contacto con un ser del “más allá”, y es interrumpida constantemente por un chino en una interferencia paranormal (el actor que pone la voz al supuesto chino es un norteamericano con la habilidad de imitación propia de un niño de cuatro años).
Batwoman reconoce que no puede volver a volver a la guarida del malo, porque como era de noche ya no recuerda dónde era. Y esta confesión sucede en una de las escenas más desopilantes de la película, en la que “Batwoman”, que también es médium, dirige una sesión espiritista en la que trata de ponerse en contacto con un ser del “más allá”, y es interrumpida constantemente por un chino en una interferencia paranormal (el actor que pone la voz al supuesto chino es un norteamericano con la habilidad de imitación propia de un niño de cuatro años).
Por último nos enteramos que Rat
Fink no sólo ha querido robar el “cotilla atómico”, sino que además quiere
secuestrar a todas las “batichicas” para cruzarlas con unos monstruos horribles
que ha creado el Profesor Octavius Neon.
Nota: Los planos en los que
aparecen los monstruos han sido sacados directamente de la película “The Mole
People”, en la que casualmente aparecía como actor secundario Alan Napier, el
que sería Alfred en la versión televisiva de “Batman”.
Extraer fragmento de otras películas
era un hecho habitual del sello Warren. De hecho en esta misma se dice que es
posible que haya insertado también fragmentos de una película sueca y de alguna
otra, como la “La Momia Azteca”, pero esto último no lo he podido verificar.
Tras otra escena absurda en la
que el malo atrapado se multiplica en decenas de versiones clónicas de si mismo,
y Batwoman lo neutraliza con su arma multifunción, nos enteramos que se trata
del mismo Presidente de la compañía, que reconoce que lo ha montado todo porque
su afición inconfesable es… escuchar las conversaciones ajenas por teléfono.
DC Comics interpuso una demanda
por infringir derecho de copyright con el nombre de su personaje. Pero el juez
al ver de qué se trataba falló a favor de … Warren. Aun así no quiso incidir en
la polémica, no sabemos si hizo un pacto o tuvo alguna amenaza, pero lo cierto
es que añadió un prólogo nuevo y le cambió el título. Ahora pasaría a llamarse:
She
Was a Hippy Vampire. En cualquier caso lo cierto es que Warren no
volvería a dirigir ninguna película hasta 1981, quince años después.
En la próxima entrada seguiré
explorando el lado femenino del murciélago. ¿Conocen otras “Batwomen”
ilegítimas?
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